miércoles, diciembre 27, 2006

La joya

LA JOYA

Diderot nos narra en una fábula la historia de un sultán, para quien una de sus preocupaciones era conocer el secreto de las mujeres, y en su búsqueda consigue un amuleto mágico con el que cada vez que apunta con el amuleto hacia una mujer, y en particular a una parte de su cuerpo, que él le llamaba “su joya” (la parte mas sincera que hay en ella) esta dice la verdad. Esta joya a la que se refiere es la vagina de la mujer.
Diderot dice que la parte más sincera de la mujer es su propio sexo: que para conquistar a una mujer hay que dejar que su joya se exprese.
Y una mujer para conquistarse a sí misma debe oír su propia voz y también la voz de su “joya”.en la medida que se escuche le dirá donde le duele, como y por quien ha sido lastimada, humillada u ofendida y en algunos casos vejada, hay que dejar que esta se exprese , que hable de su coraje, su tristeza, su miedo, etc. Y en algunos casos mas afortunados que hale de su alegría, su entusiasmo y su gozo.
Es muy interesante la percepción de Diderot de esa parte de la mujer como una joya, que así como es delicada y valiosa puede ser fuerte y una fuente del poder femenino, ya que en la sexualidad y en el sexo, desde el punto de vista psicoanalítico es donde radican gran parte de los conflictos humanos y femeninos como es el caso que nos ocupa en el presente artículo. El citado autor nos dice que pocos enemigos y pocas mentiras resisten a la presencia de una mujer que expresa su feminidad sin ambajes, cuando hablan las joyas de la historia, se pone en manifiesto la debilidad de algunos hombres, frente a las mujeres directas y honestas consigo mismas y los demás, las que saben qué es lo que quieren y que lo que quieren es lo que necesitan, y lo piden convencidas de su derecho a cubrir sus necesidades humanas. Para que la mujer llegue a oír a su joya y llegue a un estado de conciencia a cargo de sí misma hace falta un arduo trabajo sobre sí misma, a cargo de su sexualidad y su sexo. A esto es lo que se le llama poder, poder no sobre el otro sino sobre una misma, poder decir sí, cuando una quiere, y cómo y cuándo tener relaciones sexuales o nada más sensuales sin que esto implique transgredir, sin que esto la lleve al sometimiento o al dominio, solamente al encuentro consigo misma y con su más preciado tesoro: a su propia joya.

EMMA LETICIA PEREZ SALAZAR
Psicoanalista

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