LA JOYA
Diderot nos narra en una fábula la historia de un sultán, para quien una de sus preocupaciones era conocer el secreto de las mujeres, y en su búsqueda consigue un amuleto mágico con el que cada vez que apunta con el amuleto hacia una mujer, y en particular a una parte de su cuerpo, que él le llamaba “su joya” (la parte mas sincera que hay en ella) esta dice la verdad. Esta joya a la que se refiere es la vagina de la mujer.
Diderot dice que la parte más sincera de la mujer es su propio sexo: que para conquistar a una mujer hay que dejar que su joya se exprese.
Y una mujer para conquistarse a sí misma debe oír su propia voz y también la voz de su “joya”.en la medida que se escuche le dirá donde le duele, como y por quien ha sido lastimada, humillada u ofendida y en algunos casos vejada, hay que dejar que esta se exprese , que hable de su coraje, su tristeza, su miedo, etc. Y en algunos casos mas afortunados que hale de su alegría, su entusiasmo y su gozo.
Es muy interesante la percepción de Diderot de esa parte de la mujer como una joya, que así como es delicada y valiosa puede ser fuerte y una fuente del poder femenino, ya que en la sexualidad y en el sexo, desde el punto de vista psicoanalítico es donde radican gran parte de los conflictos humanos y femeninos como es el caso que nos ocupa en el presente artículo. El citado autor nos dice que pocos enemigos y pocas mentiras resisten a la presencia de una mujer que expresa su feminidad sin ambajes, cuando hablan las joyas de la historia, se pone en manifiesto la debilidad de algunos hombres, frente a las mujeres directas y honestas consigo mismas y los demás, las que saben qué es lo que quieren y que lo que quieren es lo que necesitan, y lo piden convencidas de su derecho a cubrir sus necesidades humanas. Para que la mujer llegue a oír a su joya y llegue a un estado de conciencia a cargo de sí misma hace falta un arduo trabajo sobre sí misma, a cargo de su sexualidad y su sexo. A esto es lo que se le llama poder, poder no sobre el otro sino sobre una misma, poder decir sí, cuando una quiere, y cómo y cuándo tener relaciones sexuales o nada más sensuales sin que esto implique transgredir, sin que esto la lleve al sometimiento o al dominio, solamente al encuentro consigo misma y con su más preciado tesoro: a su propia joya.
EMMA LETICIA PEREZ SALAZAR
Psicoanalista
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