viernes, septiembre 02, 2005

El imperio de la impunidad

EL IMPERIO DE LA IMPUNIDAD: EL OBRERO DESAPARECIDO
Agustín Escobar Ledesma


El 24 de marzo de 1981 lo más destacado (y nebuloso por su contenido) del Diario de Querétaro es mi horóscopo: “Sagitario. Disensiones amorosas, que podría evitar con prudencia. Tendrá que acudir a personas que generalmente no frecuenta, para recibir inspiración especial en su trabajo”. En la misma fecha, la nota roja del Noticias daba fe de la intolerancia queretana cebándose en el saqueo de una pequeña empresa que atentaba contra “las buenas costumbres”, el equivalente de las condonerías de hoy: “Por enésima ocasión, la librería ‘Tata Vasco’ fue visitada por los amantes de lo ajeno”.
Estamos situados en la nostalgia del Querétaro gobernado por Rafael Camacho Guzmán, (1979-1985) popularmente conocido como “El Negro” quien fue llevado a poder por Fidel Velázquez, omnipotente charro y sempiterno líder sindical. En aquella época, al igual que ahora, la democracia era ahogada en las ciénagas de los poderosos. “El que no transa no avanza” era el lema que ondeaba en el asta bandera del Partido Revolucionario Institucional.
La ventaja para los ciudadanos de a pie en aquellos inefables días consistía en la delectación de “Los Agachados” de Rius, famoso caricaturista que con unos cuantos trazos representaba algunos estereotipos de la vida nacional. Uno de ellos, Don Perpetuo, era la viva imagen del mandatario queretano: de sombrero, lentes oscuros y atrabiliario. Camacho Guzmán fue postulado por las fuerzas vivas de la CTM en una lucha en la que ni siquiera tuvo contendiente; aún así recorrió todo el estado en busca de los votos que lo legitimaran (cualquier cantidad le habría sido suficiente para ganar el poder; el fraude electoral del partido en el poder le era consustancial).
Sabedor del impacto psicológico que la obra pública causa entre la población, buscando el reconocimiento de los queretanos (la rancia y huizachera aristocracia local jamás lo aceptó en sus filas por prieto, chaparro y barrigón) Camacho Guzmán emprendió la remodelación de la Casa de la Corregidora, la construcción del estadio La Corregidora (caro elefante blanco en el que ocasionalmente se juega al futbol) el auditorio de usos múltiples Josefa Ortiz de Domínguez (obras que, eso sí, después de casi tres décadas, continúan en pie, no como las de los gobiernos panistas que sólo duran la víspera). También creó nuevas carreteras, sobre todo en la Sierra Gorda, en donde a pesar del tiempo transcurrido, la gente lo recuerda porque no han vuelto a ver obra pública de otro mandatario.
La dictadura del proletariado
En los periódicos de aquellos días aparecía la imagen de un obrero en un anuncio de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. El fornido trabajador, bien parecido, con casco protector en la cabeza y una llave en las manos, de no ser porque tenía un letrero que rezaba “Capacitación es bienestar para todos”, cualquiera lo habría confundido con la propaganda del realismo socialista de la Unión Soviética.
En donde no había confusión era en la mano dura aplicada por Rafael Camacho Guzmán (testimoniada por Enrique Burgos García, su secretario particular y Sonia Alcántara Magos, Secretaria de Gobierno) contra quienes no compartían su autoritaria forma de gobernar. Recuérdese que un año antes, mayo de 1980, había reprimido a los estudiantes de la Normal del Estado. No sólo en Querétaro vivía y reinaba la represión a los opositores del poderoso sistema unipartidista. El 31 de enero de 1981, el profesor Misael Núñez Acosta fue asesinado a balazos en Ecatepec, estado de México por pistoleros enviados por Jongitud Barrios y Elba Esther Gordillo, espurios líderes del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE).
El pobretariado
Pero, como ya se decía líneas arriba, estamos en 1981, para ser más precisos el 24 de marzo de aquel año, día en que Arnulfo Córdoba Lustre desapareció de la colonia Benito Juárez de San Juan del Río, justo cuando en la cartelera del cine Las Américas aparecía “La máquina asesina”. En aquel año las protestas y huelgas obreras estaban a la orden del día en nuestro estado: en Tremec, Kimberly Clark y Kellog’s ondeaban las banderas rojinegras del pobretariado.
¿Quién era Arnulfo Córdoba Lustre? La respuesta la encontramos en el profesor Francisco Flores Espíritu, militante del desaparecido Partido Comunista Mexicano (PCM), ex diputado por el PRD y miembro del movimiento magisterial Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación: “Arnulfo era un electricista de Oaxaca, compañero nuestro del Partido Comunista que había trabajado antes en la mina Héroes de Nacozari y en la siderúrgica SICARTSA de Lázaro Cárdenas, Michoacán. Él llegó a trabajar a la obra negra de la Kimberly Clark (trasnacional del papel, una de las empresas que más han contaminado el río San Juan) de San Juan del Río y encabezó un movimiento de protesta con los trabajadores por las malas condiciones de insalubridad que privaban en la empresa, no había sanitarios, y no les pagaban los días festivos. Alrededor de 200 trabajadores hicieron un paro a principios de 1981 pero todos fueron detenidos por las autoridades siendo liberados enseguida, salvo Arnulfo Córdoba y otro trabajador que se apellidaba Loya Núñez siendo ambos juzgados y sentenciados a pagar una fianza de 13 mil pesos, dinero que recabamos los miembros del PC para obtener su libertad. Valentín Campa, el dirigente histórico del Partido Comunista Mexicano vino a Querétaro a abogar por Arnulfo Córdoba en aquella época en la que pegar carteles de protesta estaba prohibido en tanto que, Adrián Azuara, abogado defensor de Arnulfo, fue detenido por la policía acusado de conducir su automóvil en estado de ebriedad, cuando no era cierto.
“Tanto Loya Núñez como Arnulfo Córdoba fueron despedidos de la Kimberly Clark y apenas fueron excarcelados Loya Núñez huyó del estado mientras que Córdoba Lustre fue a denunciar al pleno del PC en la ciudad de México la represión de la que había sido objeto; retornó a Querétaro y pidió trabajo en la TREMEC y regresó a vivir a la colonia Benito Juárez, frente a la Kimberly Clark, sólo para desparecer aquel 24 de marzo de 1981.
“La persona que vio por última vez a Arnulfo Córdoba Lustre fue la dueña de la casa en la que él era inquilino y que también era vendedora de cigarros en el famoso congal “La Escondida” de San Juan del Río quien dijo que la noche de aquel 24 de marzo de 1981 el obrero había salido a comprar un cepillo dental y ya no había regresado”.
Ante la evidente apatía de las autoridades judiciales por resolver la desaparición del joven obrero, dos integrantes del PC de Querétaro, Francisco Flores Espíritu y el licenciado Adrián Azuara realizaron sus propias indagaciones sobre el paradero de su camarada enterándose que en “La Escondida” dos judiciales, Ignacio Padilla y Enrique (a) El Divino, cada vez que se emborrachaban se ufanaban de haber “desaparecido” a Arnulfo Córdoba Lustre.
El abogado del pueblo
Al momento de su desaparición Arnulfo Córdoba tendría unos 30 años de edad. Algunos de sus familiares de Oaxaca vinieron a buscarlo durante varias semanas sin ningún éxito. El Procurador de Justicia, Sergio Herrera Trejo (actual magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Querétaro), dijo no saber nada del paradero del obrero y, en cierta ocasión, en tono burlesco refirió que tal vez Arnulfo había huido de Querétaro.
Aquel 24 de marzo de 1981, en las ocho columnas del Diario de Querétaro, el gobernador se convertía en acérrimo crítico de los legisladores: “Censura RCG a diputados locales y federales: “tal parece que sólo los elegimos para cobrar”, en tanto que, en las páginas interiores, ya se perfilaba la igualdad entre los hombres: “Factible, la justicia para todos: Lic. Leonel Castillo González, nuevo juez de distrito en Querétaro”.
Árbitro vendido
Quienes ni sudaban ni se acongojaban eran los fanáticos al futbol que cada quince días abarrotaban el estadio La Corregidora para gritarle loas a los Atletas Campesinos, el equipo de primera división profesional del Querétaro de aquella época y mentarle la madre a los árbitros ciegos y vendidos (o ambas cosas a la vez). A quienes no les gustaba el deporte de la patada, se entretenían en los cines Alameda III con “Masacre en la crujía No. 13” o con “Pistoleros famosos” del Reforma.
Colofón
En el primer aniversario de la desaparición de Arnulfo Córdoba Lustre el Partido Comunista Mexicano, de manera simbólica, lo postuló como candidato al senado de la república en tanto que, al mismo tiempo, el gobernador Rafael Camacho Guzmán (padre de Rafael Camacho Sandoval, actual Secretario del Trabajo del gobierno de Francisco Garrido Patrón) inauguró con gran pompa y circunstancia la Kimberly Clark. Hoy, a 24 años de aquel fatal suceso, la impunidad goza de cabal salud.
Correo electrónico rojillo: escoba17@hotmail.com

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