Frase de calendario
Hernando Lozada /Cancún 2000
“Yo quiero sólo lo que puedo y puedo todo lo que quiero.” Esta es mi oración de todos los días y de todas las noches, con ella me duermo, con ella me despierto, me baño, desayuno y salgo a cumplir con los deberes que genera mi trabajo. Pero no la repito incansablemente y sin sentido, es más a nadie se la digo, la repaso en silencio como si fuera un secreto, la digo desde mí mismo y para mí mismo, en mi cuerpo suena, truena, retiembla y se queda sonando y marcando el ritmo de mi corazón y mi mente. Con ella se me despiertan las ganas de ser mejor que yo mismo, de hacer hoy más que ayer, de no atorarme ante ningún obstáculo, de ir más lejos que los demás, de poner los ojos donde no los había puesto, de renovar mis ánimos y sobreponerme al fastidio que sienten algunos obreros por tener que trabajar para poder comer, para poder vivir. Todavía soy joven y tengo mucho que dar desde mi responsabilidad pública y mientras tenga esta posibilidad seguiré siendo útil. Para mí es tan agradable trabajar y lograr resultados que cobijen a otros que si no pudiera hacerlo mi ser andaría con un extraño vacío difícil de llenar. El trabajo me pone una capa protectora contra el aburrimiento de la carga cotidiana. Y me lleva a superar horarios y metas como si a la vida me la jugara en ello. Cada día que pasa me doy la oportunidad de conocerme, hago una revisión de mi mismo, al principio lo hacía como un ejercicio de exploración de mis pensamientos, de mis emociones, de mis preocupaciones, o simplemente de las circunstancias que me rodeaban, pero, poco a poco me he familiarizado tanto con esta experiencia, que me tumbo en el sillón de la sala y comienzo a repasar los instantes más agradables y desagradables que le han dado color a mi existencia. Sin reflexión no habría conciencia y sin conciencia es imposible la imaginación y la memoria. Recorro el pasado para comprender este día, recupero a la vida que acaba de pasar con la memoria y la registro en mi libro de los recuerdos para hacer más vital el presente. Este de hoy. Repensar es una experiencia que me ha permitido aprender a solucionar problemas que de manera intempestiva y sin el uso de la conciencia no tendrían una solución adecuada. La vida de cada uno de nosotros si la cuidáramos podría durar en promedio casi 30,000 días con sus noches. Durante este periodo de tiempo cada uno tiene la posibilidad de enfrentarse a la vida y al trabajo con la pesada y gestuda cara de la rutina y morirse perezosamente con ella o con el rostro limpio y sorprendente de la imaginación y no dejarse morir por ningún motivo.
Yo andaba en busca de una filosofía fuerte y la encontré en un calendario que le regalaron a mi mamá en la tortillería, era una frase simple, ni siquiera tiene el nombre de su autor pero mis ojos la leyeron, mi memoria la guardó y mi conciencia le ha dado el valor de extraordinaria. Nunca antes creí que pensar pudiera sembrar tantos cambios importantes en la conciencia de uno. Yo tengo imaginación, que es tener un ramillete de soluciones a un problema, creo en ella y por eso la defiendo, la cultivo y la quiero, es mi riqueza y le da consistencia y más valor a los retos que enfrento.
Como si se tratara de un oficio o profesión, la creatividad y la imaginación pueden desarrollarse y perfeccionarse. Son herramientas que nos permiten resolver las más variadas dificultades que enfrentamos en nuestro ámbito laboral. Cuando las aplicamos en nuestros quehaceres cotidianos, provocan un giro que nos cautiva y nos desborda. Ésta, me parece una maravillosa posibilidad de enfrentar creativamente nuestro trabajo, también nos permite vivir con plenitud los millones de detalles de nuestra existencia.
Yo quiero que tú quieras sólo lo que puedas, y puedas todo lo que quieras.
Hernando Lozada /Cancún 2000
“Yo quiero sólo lo que puedo y puedo todo lo que quiero.” Esta es mi oración de todos los días y de todas las noches, con ella me duermo, con ella me despierto, me baño, desayuno y salgo a cumplir con los deberes que genera mi trabajo. Pero no la repito incansablemente y sin sentido, es más a nadie se la digo, la repaso en silencio como si fuera un secreto, la digo desde mí mismo y para mí mismo, en mi cuerpo suena, truena, retiembla y se queda sonando y marcando el ritmo de mi corazón y mi mente. Con ella se me despiertan las ganas de ser mejor que yo mismo, de hacer hoy más que ayer, de no atorarme ante ningún obstáculo, de ir más lejos que los demás, de poner los ojos donde no los había puesto, de renovar mis ánimos y sobreponerme al fastidio que sienten algunos obreros por tener que trabajar para poder comer, para poder vivir. Todavía soy joven y tengo mucho que dar desde mi responsabilidad pública y mientras tenga esta posibilidad seguiré siendo útil. Para mí es tan agradable trabajar y lograr resultados que cobijen a otros que si no pudiera hacerlo mi ser andaría con un extraño vacío difícil de llenar. El trabajo me pone una capa protectora contra el aburrimiento de la carga cotidiana. Y me lleva a superar horarios y metas como si a la vida me la jugara en ello. Cada día que pasa me doy la oportunidad de conocerme, hago una revisión de mi mismo, al principio lo hacía como un ejercicio de exploración de mis pensamientos, de mis emociones, de mis preocupaciones, o simplemente de las circunstancias que me rodeaban, pero, poco a poco me he familiarizado tanto con esta experiencia, que me tumbo en el sillón de la sala y comienzo a repasar los instantes más agradables y desagradables que le han dado color a mi existencia. Sin reflexión no habría conciencia y sin conciencia es imposible la imaginación y la memoria. Recorro el pasado para comprender este día, recupero a la vida que acaba de pasar con la memoria y la registro en mi libro de los recuerdos para hacer más vital el presente. Este de hoy. Repensar es una experiencia que me ha permitido aprender a solucionar problemas que de manera intempestiva y sin el uso de la conciencia no tendrían una solución adecuada. La vida de cada uno de nosotros si la cuidáramos podría durar en promedio casi 30,000 días con sus noches. Durante este periodo de tiempo cada uno tiene la posibilidad de enfrentarse a la vida y al trabajo con la pesada y gestuda cara de la rutina y morirse perezosamente con ella o con el rostro limpio y sorprendente de la imaginación y no dejarse morir por ningún motivo.
Yo andaba en busca de una filosofía fuerte y la encontré en un calendario que le regalaron a mi mamá en la tortillería, era una frase simple, ni siquiera tiene el nombre de su autor pero mis ojos la leyeron, mi memoria la guardó y mi conciencia le ha dado el valor de extraordinaria. Nunca antes creí que pensar pudiera sembrar tantos cambios importantes en la conciencia de uno. Yo tengo imaginación, que es tener un ramillete de soluciones a un problema, creo en ella y por eso la defiendo, la cultivo y la quiero, es mi riqueza y le da consistencia y más valor a los retos que enfrento.
Como si se tratara de un oficio o profesión, la creatividad y la imaginación pueden desarrollarse y perfeccionarse. Son herramientas que nos permiten resolver las más variadas dificultades que enfrentamos en nuestro ámbito laboral. Cuando las aplicamos en nuestros quehaceres cotidianos, provocan un giro que nos cautiva y nos desborda. Ésta, me parece una maravillosa posibilidad de enfrentar creativamente nuestro trabajo, también nos permite vivir con plenitud los millones de detalles de nuestra existencia.
Yo quiero que tú quieras sólo lo que puedas, y puedas todo lo que quieras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario