Pensar la Educación
Tony Alanis
¿Qué cuesta más: la educación o la ignorancia? ¿Y cuál resulta más cómoda? En estos tiempos hay más cosas por aprender y conocer. Aunque nadie posee la verdad absoluta, vale la pena investigar, hacerse de mayor información para elegir cada vez la que a nuestro juicio parezca más precisa y adecuada a nuestros propósitos. ¿Qué hay de malo en cultivarse y actualizarse en los conocimientos? De malo nada, de bueno todo. Saber nos permite comprender todo lo que nos rodea, nos permite transformar de una manera responsable nuestro mundo y todo lo que en el se mueve.
A nuestros niños los enviamos a la escuela para que aprendan, pero la escuela ya no basta, los nuevos tiempos cada vez se vislumbran más exigentes, por eso los inscribimos en cursos de artes, deportes, inglés, computación, etc. ¿Pero cuál es nuestra finalidad, que ocupen su tiempo libre o que sean más capaces, inteligentes y creativos? ¿Conocemos en verdad las habilidades de nuestros niños? Quiénes tenemos el privilegio de ser maestros, ¿nos preocupamos por valorar las habilidades reales de nuestros alumnos?, ¿animamos su interés o frustramos sus capacidades?. Como padres de familia y como maestros, ¿cuanto tiempo y recursos ocupamos en aprender, en cultivarnos, en crecer intelectual y espiritualmente para orientar y hacer autónoma y sabia la vida de nuestros hijos?. ¿O somos infundadores de frustraciones y carencias?.
Reflexionemos: enderecemos nuestra actitud, para crecer junto a nuestros hijos y a nuestros alumnos, para ser mejores personas. Seamos transmisores de confianza, amor, consideración y respeto por los demás, el mundo necesita de lo mejor de cada uno, no de lo peor, pongamos nuestro granito de arena.
Tony Alanis
¿Qué cuesta más: la educación o la ignorancia? ¿Y cuál resulta más cómoda? En estos tiempos hay más cosas por aprender y conocer. Aunque nadie posee la verdad absoluta, vale la pena investigar, hacerse de mayor información para elegir cada vez la que a nuestro juicio parezca más precisa y adecuada a nuestros propósitos. ¿Qué hay de malo en cultivarse y actualizarse en los conocimientos? De malo nada, de bueno todo. Saber nos permite comprender todo lo que nos rodea, nos permite transformar de una manera responsable nuestro mundo y todo lo que en el se mueve.
A nuestros niños los enviamos a la escuela para que aprendan, pero la escuela ya no basta, los nuevos tiempos cada vez se vislumbran más exigentes, por eso los inscribimos en cursos de artes, deportes, inglés, computación, etc. ¿Pero cuál es nuestra finalidad, que ocupen su tiempo libre o que sean más capaces, inteligentes y creativos? ¿Conocemos en verdad las habilidades de nuestros niños? Quiénes tenemos el privilegio de ser maestros, ¿nos preocupamos por valorar las habilidades reales de nuestros alumnos?, ¿animamos su interés o frustramos sus capacidades?. Como padres de familia y como maestros, ¿cuanto tiempo y recursos ocupamos en aprender, en cultivarnos, en crecer intelectual y espiritualmente para orientar y hacer autónoma y sabia la vida de nuestros hijos?. ¿O somos infundadores de frustraciones y carencias?.
Reflexionemos: enderecemos nuestra actitud, para crecer junto a nuestros hijos y a nuestros alumnos, para ser mejores personas. Seamos transmisores de confianza, amor, consideración y respeto por los demás, el mundo necesita de lo mejor de cada uno, no de lo peor, pongamos nuestro granito de arena.
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