viernes, febrero 18, 2005

Voces amigas / Insólito / Julio Figueroa

Letras de emergencia (inútiles) / 2005 / Julio Figueroa

Insólito

En un pequeño pueblo de Alemania, cuyo nombre debe ser guardado todavía en secreto, sucedió esta historia extraña e inverosímil, a fines de los mil novecientos. Doy fe de ella por sus implicaciones morales. Saque cada uno sus conclusiones.
Tres nazis reconocidos por la comunidad habían llevado a la cámara de gases a cientos de judíos, pero sólo fueron perseguidos por el crimen contra una familia y por la tenaz lucha del único sobreviviente de esa familia, Jeremías. Pasó el tiempo, mucho tiempo, y un día la justicia al fin alcanzó a los tres criminales fugitivos. Fueron llevados a juicio y encontrados culpables. El juez, buen lector de Salomón, dictó esta insólita sentencia:
--Pido al señor Jeremías, único sobreviviente de su familia víctima de los tres acusados, que sea él quien dicte la sentencia inapelable contra los culpables.
Jeremías, un buen viejo de 77 años, yo lo conocí y lo traté, lentamente dijo estas no menos insólitas palabras:
--Señor juez, gracias; mi amargo deseo es que los tres criminales responsables del exterminio de mi familia, junto con este inocente, yo, cordero de Dios y su fiel servidor, pasemos a la misma cámara de gases donde murieron mis hermanos y mis padres. Este es mi último triste deseo.
Y lo insólito de lo insólito:
Así se hizo.
Verídico e insólito.
Sucedió en la Alemania occidental democrática a fines de los mil novecientos.
Doy fe.
Fuente: testimonio oral de un viejo judío en el Parque México; tengo sus palabras grabadas y su nombre, yo sólo puse el estilo.

(Ciudad de los Pedos Largos, febrero 2005).

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